28/09/2022

La Corporación Amiga Joven, organización aliada del Proyecto Regional Interpaz en Colombia, actúa en la comuna 4 de Medellín, con impacto en algunos corregimientos y municipios de Antioquia. En 2014, la organización dio inicio a la “Escuela Popular de Género y Formación Sociopolítica”, dirigida a mujeres jóvenes y adultas, así como a grupos de hombres jóvenes, la cual promueve procesos formativos para el desarrollo de la capacidad crítica y el trabajo comunitario hacia la formación sociopolítica, la prevención de la violencia sexual y de género, y la transformación social.

La Escuela desarrolla metodologías vivenciales e inspiradas en la educación popular para la promoción de derechos, la sensibilización sobre la conciencia de género, la formación para el liderazgo, y el estímulo a la participación ciudadana y a la incidencia política. Los procesos buscan reafirmar a las/os participantes como sujetas/os de derechos, estimulando a que contribuyan con la transformación de sus familias y comunidades.

>> Entérate más en el documento de sistematización de la experiencia de la Escuela Popular de Género y Formación Sociopolítica

Para abordar la Escuela Popular de Género y Formación Sociopolítica, así como su importancia, conversamos con Maria Fernanda Arboleda, 17 años, que es ex participante de la Escuela Popular y actualmente estudia Antropología. Ella vive en Bello, región cercana a Medellín. “La Escuela es un proceso de aprendizaje que permite desconstruirnos y construirnos desde la paz y por una perspectiva nueva”, afirmó. 

Lee el diálogo completo a continuación.

¿Cómo conociste a Amiga Joven y a la Escuela Popular? 

Yo estaba en el colegio, que se movía bastante en la Corporación Amiga Joven, y la maestra invitó a varias chicas y a mí para participar en la Escuela. Y decidí anotarme, pues me pareció interesante. Empecé a ir a la Escuela cuando tenía 16 años.

¿Cómo ha sido tu participación en la Escuela? ¿Recuerdas algunas actividades en especial? 

Me acuerdo que el aprendizaje ha sido siempre bastante movido y el diálogo era bastante fluido. Todos los encuentros entre todas las compañeras eran momentos de aprendizaje. De las actividades, me acuerdo de cuando nos tomamos un tiempo más para pensar nuestro sentir como mujer desde adentro. Compartimos momentos duros que estábamos pasando, cómo retomar fuerzas, nuestros sueños. Fue el encuentro que más me gustó. 

Maria Fernanda participó en la Escuela Popular de Género y Formación Sociopolitica
Maria Fernanda (izquierda) comenta en entrevista virtual su participación en la Escuela Popular

¿Cómo se realizaba el curso? Eran encuentros semanales presenciales?

Yo empecé a participar de manera virtual por la pandemia [del Covid-19]. Eran encuentros cada 15 días por Google Meet, bastante sencillos, no duraban más que 1h30. Ya cuando se permitió lo presencial, el diálogo se volvió más fluido, y nos reunimos todos los sábados, aproximadamente en 2, o 3 horas de sesión en un espacio grande. Allí podíamos sentarnos en el suelo, estar cómodas, siempre contábamos con materiales, notitas, marcadores, tejidos, jugábamos, era bastante entretenido…

¿Nos podrías comentar cómo eran los temas abordados? 

En los encuentros, abordamos a la mujer como sujeto político, evaluando nosotras y nuestro cuerpo como territorio de defensa. Hablamos sobre nuestras experiencias menstruales, entre otras, con la deconstrucción del tema y su abordaje desde otros términos. También estaba el abordaje del cuerpo y el ejercicio de identificar qué violencias se hacen con la mujer en diferentes ámbitos y qué podríamos hacer frente a eso, desde lo más adentro, hasta siendo mujeres como sujetos políticos.

¿Algún tema abordado ha sido más interesante?

Uno de los temas que abordamos en los encuentros fueron los derechos de la niñez y las infancias sanas y cuidadas. Eso me cambió de perspectiva, y el proceso de las acciones populares [en los barrios] me permitió conocer que las infancias deben tener un aprendizaje sobre estos temas relacionados a cuidados y género. Eso cambió mi relación con los chicos y chicas más pequeños. Hablamos de temas de protección a su cuerpo, identificación de abusos, no solo sexual, sino también psicológico, etc. Y está muy bien explicar y enseñarles eso… 

¿En el grupo, había muchas niñas y mujeres jóvenes participando? 

El grupo se inició reducido, por la pandemia. A medida que volvió la presencialidad, el grupo alcanzó a más de 20 chicas. A veces nos tocaba buscar otros espacios para ser más dinámicos y poder seguir en la presencialidad. La participación era muy buena y, en cualquier cosa que se hiciera fuera de la Escuela, también se veía las chicas participando, había también chicas nuevas interesadas en sumarse.

¿Cómo te sentías al participar en los debates y actividades?  

No me acuerdo de cualquier momento de incomodidad y tensión, siempre había mucha empatía y comprensión en los diálogos. No nos sentíamos juzgadas, había un ambiente seguro y nada conflictivo, donde la gente podía expresarse con tranquilidad, paz y armonía. 

¿Cómo han sido sus actividades dentro y fuera de la Escuela? 

Actividades importantísimas que me marcaron fueron las acciones populares que hicimos en los barrios, donde pudimos convivir con la gente, desarrollar actividades, jugar con los niños y las niñas, compartir con la comunidad. La Corporación y la Escuela no eran aisladas, ayudábamos a la comunidad de diferentes formas, llenábamos los parques con música, jugando…

¿Cuáles han sido las principales dificultades o desafíos de tu participación en la Escuela? 

Un desafío es que varias familias son heteronormativas y conservadoras, y tenían resistencia a los aprendizajes de las chicas sobre examinar los propios cuerpos. Yo encontré en la Escuela un proceso de espiritualidad bien bonito y eso causó un conflicto con mi familia. Resultaba difícil ir a la Escuela y no tenía tanto diálogo en casa sobre la Corporación. Las dinámicas poco a poco cambiaron.

En mi familia, me encontraba con personas que tenían muchos machismos inculcados. Y no les parecía chévere lo que aprendía en la Escuela. Fue entonces un momento de sentarse y generar un ambiente de diálogo, no de pelea. Escuchar las otras opiniones, la dinámica charlada, fue algo que me enseñó la Escuela: no se enseña regañando, sino desde el diálogo pacífico. 

¿Percibiste algún otro impacto en su vida y en la comunidad después que has participado en esta experiencia de la Escuela?

Yo tuve mucho aprendizaje emocional. Eso cambia bastante la vida y enseña una mirada diferente sobre cosas que nos pasan por alto: nuestro cuerpo, micromachismos que afectan la paz, etc. Eso no incumbe solo a la mujer, sino a toda la sociedad. Esa comprensión cambió mis perspectivas y también mi relación con otras compañeras.

Tanto en la escuela convencional, como en mi familia, la paz era un concepto bastante abstracto, pero en realidad no nos dábamos permiso de entender y juzgar el tema. Eso viene también de los privilegios de que nunca he vivido en un barrio muy violento. Se decía que la paz era no pelear con mi hermanita. La Escuela Popular me permitió conocer otro lado de qué es la paz. Aprendí que no es solo no pelear, es algo mucho más grande.

Yo vivo en una microciudad, llamada Bello. Es una partecita de Medellín, donde hay, en ciertas partes, conflictos de pandillas, pero no me ha tocado vivir en estos lugares duros, sino en las partes más pacíficas. Sin embargo, ese proceso de la Escuela me permitió salir de la burbuja.  La experiencia permite que varias jóvenes de diferentes lugares, y también de municipios alrededor de Medellín, puedan participar. Para eso, nos dan pasajes, refrigerios, hay apoyo, especialmente para tener transporte seguro cuando salimos tarde de la Escuela. 

¿Qué conceptos te llamaron más la atención de lo aprendido en la Escuela Popular? ¿Algo relacionado a paz o género?

Sí. Por ejemplo, hoy día voy con varias chicas de la Escuela Popular a la universidad, nos volvimos sujetas políticas, se vuelve más sencilla la participación y ahora no callamos nada. En nuestra universidad, hay casos de acoso sexual y hacemos denuncia, perdimos el miedo de expresarnos y buscar el cambio. Hablamos libremente, hacemos posts en redes sociales, hablamos del tema en las asambleas universitarias. Nuestra participación en la Escuela Popular nos ha ayudado a perder el miedo de expresarnos y a buscar soluciones. El hecho de que la Escuela Popular sea abierta para muchas jóvenes y que se ofrezcan otros proyectos para otros tipos de personas, nos ha ayudado a generar este intercambio y buscar un cambio social. Desde que entré a la Escuela, el ambiente ha cambiado, con relaciones más sanas, pacíficas, de expresión con libertad. 

En algunas de las actividades, empezamos a hablar desde nosotras mismas sobre nuestros roles en la sociedad, sobre qué pasaba con una mujer metida en la guerra y cómo ir buscando soluciones para esas cosas. 

¿Algún otro aprendizaje que te gustaría destacar en especial?

Antes confundía sexo y género, y la Escuela me permitió conocer más este concepto y cómo a su alrededor hay varias desigualdades y conservadurismo. Reconocer qué peleas y guerras se desarrollaban alrededor del concepto de género, me permitió conocer también otras partes del concepto de paz, que no se daban apenas alrededor de temas materiales, sino también en el sentido de que la identificación de ser mujer muchas veces genera violencias, y que es importante divulgar para cambiar perspectivas y generar ambientes de paz.

¿Cómo está tu vida hoy? ¿Sigues participando en la Escuela? ¿Cuáles son sus proyectos de vida?

Desde mi participación en la Escuela, pasé a integrar el Grupo Cúrcuma – grupo que surgió a partir de otros procesos de la Corporación Amiga Joven y cuenta con varias ex participantes de la Escuela Popular. En este espacio, desde nuestro reconocimiento como mujeres, buscamos hacer la divulgación de todos estos temas relacionados a género y paz. Para algunas mujeres, todavía no es fácil entender algunos términos, y la idea es expandir su conocimiento por la divulgación y explicación de manera simple sobre qué pasa al respecto. 

Mi proyecto de vida es graduarme arqueóloga y especializarme en arqueología feminista. Estoy también actuando con una chica de Ecuador en el proyecto “Soy”, que busca fortalecer formas de autoconocimiento, autoestima, salud mental y amor propio para todas las personas, independiente de sus contextos y condiciones. Ese proyecto me permite llegar a otras comunidades, además de mi burbuja.